Un día, en el cumpleaños de uno de ellos, pensaron y decidieron en regalarle un perro distinto a los demás.
Fueron por la calle hasta llegar a una perrera, que encontraron fácilmente.
Un perro les llamó la atención: era de color rojo, con unos dientes muy grandes, unos pinchos en su espalda y unas patas muy cortas. Lo compraron y se lo llevaron a casa.
Al día siguiente, el animal los despertó a todos con un ladridón, tenía tanta hambre que no veía. Uno de los pequeños quería darle chocolate con mucho azúcar, pero la madre le dijo que no, ya que se podía quedar ciego, le podría sentar mal semejante cantidad.
Al momento, echó la mano hacia arriba para que no pudiese ni olerlo.
Desde entonces, supo que cualquier abuso a la hora de la comida es peligroso.
Piero
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