Un día, este chico quería ser soldado. Toda la gente le decía que era una tontería, que no podría serlo.
Era así: alto, mofletes hacia dentro, frente alzada, orejas algo puntiagudas, nariz distinguida, pelo de punta, cejas algo finas, y brazos largos.
Vestía ropa de estudiante y de universitario.
Simpático, bueno, amable y muy sociable. No era como los demás... ¡ERA BUENÍSIMO!
Le gustaba escribir, leer y ayudar.
Finalmente logró su objetivo y pasó a formar parte de las Fuerzas Armadas. Estaba tan feliz que entrenaba constantemente. Y logró vivir muy bien.
Iker
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