Tiene sus ojos como los de una luciérnaga, boca grande con unos dientes afilados, y el pelo rojo le llena todo el cuerpo. Es muy alto y tiene los pies gigantes.
Muy despistado, amable y amistoso. Tan bueno que todos los niños quieren jugar con él; en cambio, los mayores le escapan.
No viste con nada porque es muy peludo y... ¡No hay ropa para su talla!
A nuestro amigo le gusta jugar, pasárselo bien y no asustar a nadie.
Le encantan las hojas de los árboles y los piñones que caen al suelo.
Erase una vez, unos niños que iban paseando de noche por el bosque como todos los días. De repente vieron algo muy brillante; pensaban que era una luciérnaga, y cuando se acercaron no creían lo que estaban viendo.
Apareció un monstruo enorme con los ojos brillantes e iluminados, unas manos gigantes con unas largas y afiladas uñas, las patas más grandes que el cuerpo, los pies ya ni se le veían.
Lo que tenía de grande lo tenía de bueno, porque fue a jugar y a divertirse con ellos.
Siempre lo iban a visitar, hasta que un día llegaron, no lo vieron y se pusieron muy tristes,
Al día siguiente se enteraron que lo había visto la gente y se lo habían llevado muy lejos. Los pequeños lloraban desconsolados, le echaban mucho de menos porque eran gran amigos.
Iban todos los días al bosque pero no aparecía por ningún lado. ¡Ya no podían estar más tristes!
Solo miraban al cielo y allá a lo lejos veían dos estrellas muy brillantes que les recordaban los ojos de su viejo amigo.
Ana dos Santos
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