miércoles, 25 de marzo de 2015

"El descubrimiento"

Erase una vez una familia con dos hijos: Ben y Marian; sus padres, Lucía y Manolo, habían comprado una casa en el campo, a las afueras de una ciudad antigua.
Cuando llegaron, se dieron cuenta de que era muy vieja, pero por dentro estaba muy cuidada.


Cuando Ben se estaba instalando, descubrió una teja vuelta, la apartó y había una llave y una pequeña carta. Al leerla, se enteró de que se había construido encima de un templo egipcio con una reliquia sagrada; y que la llave era la clave para descubrir la entrada.
A lo largo de la semana los niños encontraron otras cartas iguales.
El lunes de la semana siguiente, sus padres estaban fuera, y ellos encontraron un cuarto secreto donde había un montón de esculturas egipcias.


Había también un elixir de la juventud eterna. No se lo creían, pero cerca del bote había una foto antigua, en la que estaba el señor que les había vendido la casa ( la fotografía era de 1.945 y estaban en el año 2.0125).
Querían averiguar de qué trataba todo esto. Le pidieron a su padre la dirección y el nombre. Estuvieron buscando información: en su fecha de nacimiento no ponía nada. Su madre tampoco sabía nada, por lo que decidieron ir a su casa: ¡Allí no había nadie!
Posteriormente, encontraron un mapa que les indicaba que había otros objetos. Les faltaba una pieza y no la encontraron; así que pensaron qué tenían todas en común: Formaban una copa, como el Santo Grial (la copa de la juventud), pero nada...


Bajaron por la puerta secreta, allí encontraron el trozo que les faltaba y lo unieron:
 ¡La copa empezó a brillar!
A Marian le cayó agua dentro y se transformó en un líquido muy parecido al que contenía el bote del elixir de la juventud eterna.
Los egipcios lo habían dejado como legado a las siguientes generaciones; como se abusara de él, no funcionaría.
Por fin, volvieron a buscar al que les había vendido la casa. Le explicaron lo sucedido. Él les contó que era descendiente egipcio y les pidió todo lo que habían hallado. No hubo ningún problema.

Nicolás Rioboó

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