Erase una vez una ciudad muy tranquila hasta que un asesinato muy raro dejó a la población muy asustada.
Ningún detective de la ciudad consiguió atrapar al asesino ni resolver el caso; pero un día llegó Ricardo, que había conseguido cerrar un montón de casos en poco tiempo.
En cuanto llegó a la escena del crimen, se puso a buscar pistas y descubrió que le habían disparado diez veces a una persona y le habían robado dinero.
Al parecer, el ladrón y asesino sangraba.
Preguntó si podía ver la grabación de las cámaras. En ellas se veía que rompía una ventana; y que, por los gritos, los disparos y otros ruidos, los vecinos se despertaban asustados.
Pudo observar que el individuo tenía un cochazo y en su ropa había escrito un nombre.
Más tarde, preguntó a los vecinos:
- ¿Visteis algo sospechoso ese día?
- Sí, un hombre con una bolsa y una pistola.
- ¿Algo más?
- Estaba sangrando por la nariz, y en su camiseta ponía "Astro".
El sabía que había escuchado ese nombre en algún lugar, pero no se acordaba dónde.
Mientras pensaba y pensaba se quedó dormido. Cuando se despertó, sintió un ruido en e piso superior.
Cogió su pistola y subió a ver qué pasaba: ¡Otra víctima tirada en el suelo!
Al día siguiente, tomando un café mientras recopilaba las pistas en su cabeza: sabía que las víctimas eran mujeres ricas, famosas y egoístas.
Leyó el periódico y fue a trabajar. Le preguntó a su secretaria:
- ¿Llamó algún testigo?
- ¿Llamó algún testigo?
- No, pero encontraron otra víctima.
- ¿Quién ?
- Beatriz.
- ¿La rica?
- Sí.
- ¿Dónde?
- En un callejón.
- ¿Me mandas fotos y nombres de las fallecidas?
- Sí, ahora mismo.
- Gracias.
Más tarde fue a la morada de la asesinada. Ya estaba la policía examinando el lugar. Ese barrio estaba integrado por adinerados.
Vio a un hombre que se subió a un coche y se fue a toda velocidad.
Lo persiguió, pero acabó perdiéndolo.
Ya en su casa, su mujer y sus hijos le aconsejaron relajarse.
Por la noche entró una persona en su casa. El cogió la pistola para defender a su familia. Recibió un disparo pero lo ahuyentó. ¡Lo querían matar!
Buscó en el ordenador "Astro": el nombre de una empresa millonaria, no muy conocida en la ciudad. Hacia allí se dirigió. Interrogó a los trabajadores y, en dicho momento, vio que el jefe se subía a un cochazo, le gritó "¡Ehhhhh!, pero no paró. Lo persiguió hasta que se empotró.
Confesó sus crímenes porque lo habían tratado mal cuando era pobre y esta era su venganza.
Premiaron a Ricardo por su trabajo. ¡Todo volvió a la normalidad!
Rodrigo
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