Un señor llamado Kevin iba todos los días a media noche al cementerio para ver las tumbas de sus hijos y de su esposa.
Cierto "Halloween", allí estaba, como de costumbre. De repente, algo chocó contra su pie; cuando lo miró, era un esqueleto destrozado. Después, salieron dos fantasmas de las tumbas de sus hijos; uno le dijo que lo siguiera o moriría.
Iban caminando y ven un castillo enorme a unos metros.
Al llegar, les saludó un hombre vestido de negro, amable y muy educado; le ofreció a Kevin que se sentase; luego llegaron dos chicas: una, espantosa, con la piel blanca, llamada Belinda; y la otra, Vanesa, muy normal.
Fueron ambas a la cocina y le trajeron comida.
- Señor, para que usted no pase hambre, le traigo una sopa de huesos humanos. ¡ Disfrútela!
La segunda, muy sonriente, le acercó una paella deliciosa.
Tenía que elegir un plato y, naturalmente, fue el segundo, más normal, y de una chica que no atemorizaba a nadie.
Era impresionante,estaba riquísima. El problema fue que tenía que seguir a la sirvienta hasta su futuro hogar. Acepta, aunque no entiende nada; sabe que, si no lo hace, morirá y, además, la mujer parece normal.
Tras dos días de caminata, ella está triste, no quiere que sufra; él le pregunta:
- ¿Qué te pasa, Vanesa?
- No me tendrías que haber elegido, no quiero que lo pases mal por mi culpa.
- ¿Por qué? Si eres como yo, de lo más normal.
- No me dejan decirlo, pero que sepas que me manda Alberto, yo no haría algo así.
- Alberto, ¿quién es?
- El hombre que va de negro. ´Me secuestró y, de no hacer lo que te impone, amenaza con matarte. Siempre que he intentado escapar, me pilla.
Por fin llegan a un piso normal.
- Aquí es donde vas a vivir.
- ¿Y ese señor?
- Va a ser nuestro compañero, es muy desagradable. Te mirará con un ojo fijamente, lo que impone.
- ¿Me va a hacer algo malo?
- No, para nada. Si te da la sensación, no te preocupes.
- Vale, lo tendré en cuenta.
- Tengo que irme, vendré a verte por las noches.
Lleva dos semanas con ese individuo y está desesperado. ¡No aguanta esa mirada!
- No puedo más. Podemos hacer una cosa y saldremos ganando, tanto tú como yo.
- Podemos acabar con él y enterrarlo en el suelo.
- ¡Eso es una locura! No nos saldrá bien, nos pillarán seguro. - dijo la chica.
- Después podemos vivir juntos, sin nadie que nos moleste. ¡Hazlo por mí..., y por ti!
- Lo intentaré.
Ya estaban cortándolo y, de repente, suena el timbre. ¡Es la policía!
Respiran hondo, ocultan todo y abren la puerta.
- Buenas noches, disculpen, hay un vecino que se queja de un grito, ¿saben algo?
- Eh... ¡No, no! Estábamos aquí viendo la televisión.
- ¿Seguro? Todos afirman que fue en este piso.
- Por supuesto que no, entren y registren la casa, no hay nada.
Así lo hacen y no lo hallan.
- Tenéis razón.
- Aquí sólo estamos nosotros dos.
- Perdón por la hora, ya veo que hay vecinos a los que le gusta molestar.
- No nos cuente.
- En fin, buenas noches.
- Buenas noches.
¡Por un pelo! Se ve que los vecinos tienen buen oído, lo que ya no importa. Ahora les toca descansar, lo pasarán genial allí juntos.
Lo único que les falta es: ¡Tirar al muerto!
Raquel Urgorri