Había una vez un niño llamado Pedrito, que tomaba muchas coca colas. Todos los niños de la escuela le llamaban tal y como aparece en el título de este cuento. A él le daba igual.
Como de pequeño tomaba muchas, de mayor la obsesión fue mucho más grande: ¡Un día su hogar se inundó de dicho líquido!
Él llegó a pesar cuatrocientos kilos. Desde entonces se desplaza en una grúa y trabaja vendiendo refrescos y supongo que sabréis cuáles...
Murió por obesidad y en su nicho había: ¡Una coca cola!
¡Pobre!
Olga
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