Había una vez una calabaza que estaba triste. Llegó un caballero sin cabeza y le preguntó qué le pasaba, ella le contestó que no sabía asustar. Él se comprometió a enseñarle.
Truco tras truco, fueron por la calle asustando a la gente; pero ella se quejaba, decía que no funcionaba. Probaron a hacer entrenamientos de velocidad para ser más rápida; y de habilidad para asustar sin ser vistos...
¡Al final fue capaz de conseguirlo y le dio las gracias para siempre!
Álvaro
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