Un mundo muy lejano estaba habitado por monstruos.
El jefe era un vampiro muy malo que les obligaba a trabajar si no le obedecían. Tenía un hijo, Draculín, al que no le gustaba lo que hacía su padre.
Por ello, un día fue a comentárselo y a exigirle que no fuese tan severo; y le hizo caso porque era a quien más quería.
Al final, el pueblo fue muy feliz con su rey y, por supuesto, con su príncipe.
Nicolás Gómez
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