Un día de Halloween, un amigo le contó a otros dos la historia de su pueblo.
Había un señor llamado Jack al que le gustaba gastar bromas, pero los aldeanos se cansaron de ellas.
Le mandó un regalo a la reina; cuando lo abrió, en la caja no había nada, por lo que, muy malhumorada, envió a un caballero a matarlo. Él no quería aceptar su destino; pero llegó a un acuerdo con la muerte: sería inmortal pero sin cabeza y así nadie podría volver a ver su cara.
Pasados tres años, encontró una calabaza y se la puso por cabeza; de ahí su nombre.
Abel Iasmín
Que suerte que no existe de verdad.
ResponderEliminar