Hace muchos años, en A Coruña la gente estaba muy triste y apagada porque no paraba de llover.
Cada día las olas eran de diez metros y siempre había alerta roja.
Los paraguas se rompían, las clases se suspendían y las actividades también.
La gente se aburría de quedarse en casa sin poder hacer nada. Por culpa de los truenos, los niños no podían ir al parque.
Lara, una niña de nueve años, se cansó y decidió ir a un sitio alto a pedirle a las nubes que parase de llover, fue a la Torre de Hércules. Parecía que no le escuchaban. Ella se puso triste y lloró tanto que, cuando abrió los ojos, el sol brillaba con fuerza. Incluso llegó a pensar que tenía poderes mágicos.
Cristina
Gustame as trastadas que fai Paula
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