Un día cuando era pequeña, mi prima estaba haciendo el tonto y se cayó. Entonces, empezó a sangrar; yo me reí, me bajé de la mesa y también me caí, dándome un golpe en la cabeza. Empecé a llorar y me di cuenta de que no debía burlarme ni reírme de los demás: ¡Tanta risa acaba en llanto!
Olga
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