Una señora tenía que hacer ella sola las tareas de la casa.
El día de su cumpleaños sus hijos se tiraron encima de ella y le dieron el desayuno en la cama.
Cuando se levantó, no estaba su marido y ella se puso a llorar; pero diez minutos después llamaron a la puerta, abrió... ¡Y era su marido! Venía con un ramo de flores, bombones y un sobre, que era:
¡Un viaje a París, la ciudad del amor!
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