Un día una niña iba paseando y encontró un perro abandonado, lleno de barro, y lo llevó a su casa.
Al cabo de unos días, paseando con él, se encontró a una chica que le dijo que tenía uno igual que el suyo, pero que lo había perdido.
La pequeña se sentía muy triste porque le había cogido mucho cariño, aunque sabía que lo tenía que devolver. ¡Y así lo hizo! Y más sabiendo que su dueña vivía en una finca, por lo el animal sería mucho más feliz allí que en un piso.
Raquel Loureda
Que pena!
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