viernes, 5 de marzo de 2010

"Animales problemáticos"

Mi perra Darma da muchos problemas.
Un día mi abuela y yo estábamos jugando al tenis en el jardín y, como es normal, la perra estaba suelta y le encantaba jugar con la pelota; en un momento saltó a por una y le dio a mi abuela en la frente con una pata.
Al cabo de unos días se le puso morada la zona y le bajó la inflamación hacia el ojo.
Sara
Había una vez una niña llamada Leticia. Le gustaban mucho los gatos, por lo que le regalaron uno por su cumpleaños. Le llamó Dulce; era cariñoso, bueno y amable.
Un día la niña estaba jugando con su hermana y le quitó el sonajero. La pequeñaja se echó a llorar y el animal salió corriendo.
Entonces la madre le dijo:
- Leticia, ¿por qué le quitaste el juguete a tu hermana?
- Pe... Pe... Pero...
- De peros nada, ¡castigada!
Ella empezó a darse cuenta de que el gato se había vuelto problemático y malo. Así que le preguntó a sus padres si podía mandarla a una escuela para felinos, y a ellos les pareció una buena idea.
Pasaron tres meses y el gato regresó a casa. Ahora estaba más tranquilo, dulce y cariñoso.
¡Todos lo querían!
Lucía
Lucas era un perro callejero, como otros muchos, que había sido abandonado por su dueño. Nunca lo habían tratado bien, y el colmo fue su abandono.
Todo este tiempo marcó su comportamiento, siendo muy agresivo y desconfiado. La calle hizo de nuestro protagonista un animal malo con los demás.
En la perrera municipal tuvo muchos problemas, escapándose en varias ocasiones; hasta que lo encerraron en un refugio de animales donde tenían una lista de adopción. Todos los días pasaba gente a recoger alguno, pero nunca le tocaba a él. Siempre tenía una cara larga y en sus ojos se reflejaba la tristeza.
Un día una niña llamada Paula vio cómo era y decidió adoptarlo; pero él parecía empeñarse en seguir triste y desamparado. Después de mucho sufrimiento y trabajo, la niña consiguió su confianza y fueron grandes amigos.
Sofía


Manuel y su familia ya tenían las maletas preparadas para irse de vacaciones, pero aún no sabían con quién iban a dejar a su querida mascota Chip.
Preguntaron a familiares, amigos y vecinos. Nadie podía quedarse con él.

El primer problema surgió en el aeropuerto, donde decidieron esconderlo en una mochila.

Al llegar a su destino, vieron un cartel en la entrada del hotel que ponía: "Prohibido animales". Esta vez lo ocultaron en medio de la ropa.

A la mañana siguiente fueron al zoo y Chip empezó a ladrar a los elefantes, por poco salta la valla que protegía a las zarigüellas y casi se lo comen los leones.

¡El año que viene buscaremos un hotel para perros!

Óscar

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