El niño se quedó boquiabierto con lo que le habían dicho sus nuevas amigas y les preguntó:
- ¿Os puedo ayudar?
- Supongo que sí. - contestaron las bolas a coro.
- ¡Pues manos a la obra! - exclamó Juan.
Los tres estuvieron buscando en la habitación del muchacho, pero no encontraron nada:
¡Ni rastro de Papá Noel!
- ¡Tengo un plan! - propuso Juan.
De acuerdo. - contestaron ellas.
- Lo único que tenemos que hacer es separarnos, cada uno busca en una habitación, ¿vale?
- ¡Genial! - contestaron María y Raquel.
Entonces se separaron y empezaron a buscar; de repente se oye:
- ¡Juan, a cenar! - gritó su madre.
- Voy - contestó.
Se fue y dejó a las bolas de navidad con su tarea de búsqueda...
Por fin lo encontraron: ¡Escondido en el salón tras una silla!
Ahora sólo faltaba lo más difícil: enviarlo al Polo Norte. ¿Cómo lo harían? Tuvieron una idea: como era tan diminuto, podían hacerlo por correo.
- ¿Y cómo lo devolvemos a la normalidad? - preguntó Raquel.
- Lo explicamos en la carta - respondió María.
Así lo hicieron, y al poco tiempo recibieron la respuesta:
Ahora sólo faltaba lo más difícil: enviarlo al Polo Norte. ¿Cómo lo harían? Tuvieron una idea: como era tan diminuto, podían hacerlo por correo.
- ¿Y cómo lo devolvemos a la normalidad? - preguntó Raquel.
- Lo explicamos en la carta - respondió María.
Así lo hicieron, y al poco tiempo recibieron la respuesta:
¡Papá Noel estaba bien!
Uxía
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