Limpiaba su piso entero todo el día, fregaba la calle con lejía, pulía un letrero de "Prohibido aparcar" con abrillantador y le echaba alcohol a su poste, al que ningún perro se acercaba.
A menudo, a media tarde ya había acabado todo su trabajo; en ese momento, se sentaba, triste, en su cocina recién encerada y pensaba... Pero aún tendría que seguir trabajando hasta la media noche.
¿Y qué haría al día siguiente? Y más teniendo en cuenta que todo quedaba cada vez más limpio.
(Continuará)
Lucía
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