Érase una vez un niño alto y delgado llamado Alexander. Tenía nueve años, el pelo largo y castaño, ojos marrones y nariz chata. Solía vestir pantalones vaqueros. Era bueno, espabilado, gracioso y muy agradecido.
Pero tenía un problema:
¡No sabía jugar al baloncesto!
Tenía un amigo llamado Diego que jugaba muy bien, al que le dijo un día:
- ¿Me enseñas a jugar?
- Sí, por qué no.
- ¿Dónde?
- ¡Ah, claro! Todos los domingos en la pista, a las siete de la tarde.
- ¡Vale!
Llegó el domingo y allí estaban , en la pista.
Como era el primer día, Diego no se lo puso muy complicado, pero le advirtió:
“No va a ser siempre así”.
Cuando Alexander llegó a casa, le dijo a su madre que iba a ser un jugador de baloncesto profesional, como Pau Gasol.
Quince semanas después, ya sabía jugar muy bien.
Diego le hizo una propuesta:
- ¿Querrías jugar un partido con mi equipo?
- ¡Por supuesto!
- ¡Vale, el viernes a esta misma hora!
- ¡Vale!
Llegó el día tan deseado.
Antes del partido, el entrenador les dio una charla.
¡Alexander en el banquillo!
Llegaron al último cuarto perdiendo 106 -86.
Entonces, nuestro jugador salió a la pista. Empezaron a recuperarse y, cuando faltaban ocho segundos para el final y el marcador estaba 113 - 111, Alexander encestó un triple cuando faltaba un segundo …
¡Por fin era un jugador más!
Pero tenía un problema:
¡No sabía jugar al baloncesto!
Tenía un amigo llamado Diego que jugaba muy bien, al que le dijo un día:
- ¿Me enseñas a jugar?
- Sí, por qué no.
- ¿Dónde?
- ¡Ah, claro! Todos los domingos en la pista, a las siete de la tarde.
- ¡Vale!
Llegó el domingo y allí estaban , en la pista.
Como era el primer día, Diego no se lo puso muy complicado, pero le advirtió:
“No va a ser siempre así”.
Cuando Alexander llegó a casa, le dijo a su madre que iba a ser un jugador de baloncesto profesional, como Pau Gasol.
Quince semanas después, ya sabía jugar muy bien.
Diego le hizo una propuesta:
- ¿Querrías jugar un partido con mi equipo?
- ¡Por supuesto!
- ¡Vale, el viernes a esta misma hora!
- ¡Vale!
Llegó el día tan deseado.
Antes del partido, el entrenador les dio una charla.
¡Alexander en el banquillo!
Llegaron al último cuarto perdiendo 106 -86.
Entonces, nuestro jugador salió a la pista. Empezaron a recuperarse y, cuando faltaban ocho segundos para el final y el marcador estaba 113 - 111, Alexander encestó un triple cuando faltaba un segundo …
¡Por fin era un jugador más!
Diego Seoane
Ami tambien me gusta el baloncesto.
ResponderEliminar¿AL FINAL FUE BUENO JUGANDO AL BALONCESTO?
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