Mi perro es muy travieso: a veces nos coge las chanclas a mi padre y a mí.
Lo que más me gusta es su belleza y lo cariñoso que suele ser.
Siempre que llego del colegio, empieza a correr detrás de mí para que lo acaricie.
A veces, cuando lo saco de paseo, le quito la correa y empezamos a correr hasta que nos cansamos.
El día de la celebración de Navidad durmió conmigo en mi habitación.
Es desastroso
pero cariñoso.
Es amarillo
y divertido.
Le gusta jugar
a morder el sofá.
Muerde las cosas
con su afilada boca.
Lo hemos vendido
junto a sus hermanitos.
Le quería mucho.
Nunca lo olvidaré
como buen amigo
que solía ser.
Murillo